Interacción e Interactividad en lo público


Imagen: Jose-Luis Olivares/MIT

Nuestra capacidad de transformar y operar sobre la materia y lo que nos rodea es lo que rige nuestra sociedad (Heidegger).

Nuestra forma de ver, comprender e interactuar con el mundo ha sido influenciada a lo largo de la historia por el desarrollo y uso de las tecnologías. La interacción con lo público  a través de la tecnología, ha permitido el aprendizaje y construcción de nuestro propio conocimiento del mismo, posibilitando la transformación de nuestro entorno, la democratización de los medios y el surgimiento de canales de participación en la creación y co creación de nuestras realidades.

La RAE define interacción como “la acción que se ejerce recíprocamente entre dos o más objetos, personas, agentes, fuerzas, funciones”. En lo público, particularmente, nuestras interacciones no se limitan a las realizadas cara a cara con un fin comunicativo, entra en la mediación el espacio mismo, “éste aporta las pautas interactivas que han de desarrollarse, al tiempo que el sentido del espacio es entendido, es creado y recreado por las prácticas cotidianas de los que lo habitan” (Jesús Janacua, 2012). De la misma manera, todas las tecnologías -entendiendo la tecnología como conjunto de conocimientos, herramientas o artificios creados por el hombre- forman parte de esta estructuración social colectiva.

Las señalizaciones públicas pueden ser un ejemplo de los distintos niveles de interacción que desarrollan las tecnologías en lo público. Un semáforo regula la interacción entre peatones y autos, controlando a través de símbolos nuestra conducta. Su funcionamiento ha sido aprobado alrededor del mundo por resolver de una manera sencilla el tránsito de las ciudades pero su interactividad, esta capacidad de las tecnologías de crear participación y un papel activo en el proceso de interacción, no se limita a un conjunto de reglas pre establecidas. Sería posible crear un canal de comunicación de doble vía donde las interacciones locales de tránsito permitieran hacer un uso más eficiente de la regulación del flujo de sus interactores.  A su vez, a nivel simbólico representa un aparato de control y jerarquización definiendo quién, y la mayoría de las veces, que tiene prioridad de tránsito.

Creo que en el continuo cuestionamiento sobre cómo entendemos estas interacciones y la interactividad de las tecnologías podemos encontrar formas más humanas de crear sociedades que promuevan justicia través del espacio.


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